T-tas de Chocolate: La Furia de Lili

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Apenas llegué a nuestra mesa, Lili comenzó a coquetearme porque vestía esa polera roja que tanto le gusta.

- “Te ves bonita”, destacó con su mirada lujuriosa.
- "Gracias, pero no me huevees, please", le respondí incómoda.

Nos quedamos conversando todas juntas hasta que nosotras iniciamos un diálogo paralelo acerca del destino de las fotografías que pagó porque un tipo -con quien luego se acostó- le tomara. Notoriamente drogada me había dicho por teléfono que eran para una página de Internet, para su nuevo “trabajo”.

-“No sé por qué pero esa palabra me retumba, no me gusta. Puedo saber lo que estas haciendo pero que lo digas con esa palabra, no me hace sentir bien, no entiendo porqué me pasa esto… si es sólo un conjunto de letras”, le expliqué con cuidado.

-“¿Sabes que estoy escribiendo tus historias cierto?”, le pregunté.

-“Sí, y cuándo las voy a poder leer”.

Vestía un chaquetón cruzado rojo bermellón con tacos negros, parecía una pequeña francesa caminando por la noche otoñal santiaguina. Nos fuimos todas juntas en taxi al Clandestino.

A esas horas Lili ya estaba bebida y había comenzado a transformarse en el personaje que me genera rechazo; en ese animal en celo incontrolable. Le molestó que conversara tanto con Mónica, no soporta dejar de ser el centro de nuestra atención ni por un minuto. Desconfía de nosotras, siente celos y no quiere que hablemos de ella ni contrastemos mentiras. Lili tiene la ingenua ilusión de que nosotras en algún punto le creemos.

En ese momento, comenzó a coquetearle a un tipo que conversaba con Mónica, deseaba fijar la atención en ella, como siempre. Desquitarse.

Tiene trastornos de personalidad, es voluntariosa, abusiva y egoísta, pero, por sobre todo, mentirosa. Para de ese modo, adoptar diversas formas. De ahí que quienes caen en su juego siempre vuelven a ella, la buscan como aves carroñeras. Atentos y pacientes a su agonía, ansiosos por verla morir, encantados de acompañarla para que se extinga en ellos y succionarle la vida que les falta.

-“Lili, fíjate que detrás de ti está el amigo de Mónica. Estás bailándole en frente, déjalos tranquilos, a ella le gusta”. Me miró desafiante, molesta. Siguió perdida en su baile dionisiaco y comenzó a acumular la furia que luego desataría contra mí.