La vecina fleta

Hace una década una cinta francesita revolucionó el mercado tímidamente, tomando como base el síndrome canguro. (Tanguy) Un hijo con 28 años, preparación universitaria completa, trabajo bien remunerado, vive con sus padres. Estos que lo aman, no soportan vivir más con él. Y le hacen la vida imposible para que se vaya. La cinta pasó sin pena ni gloria, por la cartelera. Sin embargo, ahora 10 años después, el síndrome canguro, atravesó nuestras costas, y está dispuesto a quedarse.

Tengo 30 años, dos profesiones y pese a que no vivo con mis padres; soy ayudada económicamente por ellos. La crisis, agudizo el problema. Llevo meses buscando trabajo y naca la pirisnaca. Evelyn; nos cuenta su realidad desde el teclado de su computador. Si el fenómeno, me llega directamente, soy un cangurito.

¿Será una comodidad, de vivir el mundo exterior? ¿El pato tengo miedo, vivirá en cada adulto joven? Según un reportaje de Chile.com: “esta actitud demuestra la dificultad que ven en asumir el mundo de adulto completamente. “Viene la incertidumbre, se preguntan ¿qué va a pasar si no me funcionan las cosas?, ¿qué pasa si no me sé planchar los pantalones?, ¿si no me alcanza la plata para pagar las cuentas?”

El mundo fleto, no se salva. La mayoría de mis amigas son mayorcitas como para vivir con papá y lo hacen. Tienen trabajo y viven en la comodidad de abatible. Las que no, es porque forzosamente han debido retirarse del hogar. O asumían una realidad fleta, o vivían con mama. Ya no emigran, a veces les es más cómodo soportar las humillaciones que la soledad exterior. El hecho que el tema de la homosexualidad, ya no sea tomado, en algunos casos, en forma negativa hace que los padres quieran extender, la protección amparando al cangurito fletito más de la cuenta.

En fin. Somos una generación que se niega a dejar el calor. Debe ser porque afuera hace un frio insoportable. Somos unos viles Tanguy.