La vecina fleta

Quedó encantada por Adolescente, por su sonrisa.

Estuvo cerca de ella toda la noche, pero nunca lo notó. No le importó. Era la sonrisa que estaba esperando. Lejana e indiferente, como había imaginado. Sabe que esa actitud esquiva no logrará desmotivarla.

Está acostada con su notebook sobre las piernas, chupando el par de tetas de chocolate que le regalaron la noche anterior en Gia. También está completamente adolorida porque bailó demasiadas horas, junto al grupo de nuevas amistades que momentáneamente colman su ansia de incertidumbre.

Apareció en un asado del Parque donde no conocía a nadie. Se integró al grupo regalándoles chupetes amarillos de caramelo y, desde entonces, hay niñas que la ubican; unas que la consienten y otras que le coquetean. Pero ninguna que desvíe su atención centrada en Adolescente.

¡Diablos! No sabe si volverá a verla. Sólo sabe que ese grupo padece lo mismo que ella. Se mantiene unido por las atracciones manifiestas, negadas o inconcientes; correspondidas o no correspondidas, que coexisten entre los dinámicos vínculos de sus integrantes.

Hoy se prepara para ir al cumpleaños de Doña Moderadora, nuevamente en Gia. Pero no sabe que, esta vez, todo cambiará y que sus actuales obsesiones serán arrastradas hacia otros rumbos.