Enfermedades de transmisión sexual entre mujeres: HPV

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Aunque un porcentaje muy alto de nosotras tiene HPV, ésta es una enfermedad de transmisión sexual muy común en mujeres viviendo con VIH. Por lo que a partir de su presencia, es bueno realizarse un test de VIH.

Muchas de nosotras solemos pensar que el hecho de no sentir dolor o molestias indica que no hay necesidad de consultar al médico. Eso sumado a la extraña certeza irracional de que por ser lesbianas de nada sirve visitar a un ginecólogo, forman en conjunto las razones básicas para entender por qué muchas de nosotras terminamos en diagnósticos no muy alentadores en cuanto a nuestra salud, por demorar desmedidamente las consultas y exponernos innecesariamente al desarrollo de patologías que podríamos prevenir y que evaluadas a tiempo serían sólo un mal menor.
Hoy nos ocupa justamente una de esas patologías que podríamos prevenir, que es muy transmisible en relaciones entre mujeres y de la que poco sabemos: el HPV.


Un silencioso bichito...

HPV significa papilomavirus humano, y define a un tipo de virus del que hay aproximadamente 70 variedades (cepas) todas ellas con predilección por la piel y las mucosas. Este virus es capaz de elegir diversas localizaciones y por tanto posee también diversas formas de transmisión, entre las cuales una de las más habituales es la genital, con su correspondiente transmisión sexual.
Si nos centramos en las enfermedades sexualmente transmisibles entre mujeres, el HPV junto con el herpes genital son las más frecuentes, ya que la transmisión se da por contacto directo de la lesión con la piel sana, o más fácilmente aún, cuando existen lesiones (aunque no las veamos a simple vista). Esto implica que si nuestra compañera tiene HPV, el tribadismo (frotamiento sexo con sexo) se convierte en una práctica con altísima chance de transmisión.
Una vez que nos infectamos, la expresión visible del virus puede verse en días, meses o incluso años, y se evidencia la mayoría de las veces por la presencia de verrugas normalmente indoloras en el punto de ingreso del HPV. Estas verrugas a veces toman una forma característica similar a la cresta de un gallo, en general en las mujeres aparecen en la vulva y la zona perianal (en los alrededores del ano) y se conocen con el nombre de condilomas acuminados. Como generalmente no molestan, es probable que estas lesiones sean detectadas por tu compañera incluso antes de que vos misma las notes. El daño producido por el virus puede también extenderse a la vagina y al cuello del útero sin que haya una forma clínica externa visible. Por último, otra importante localización relacionada con el contacto sexual estaría en la mucosa laringea, ya que el virus puede transmitirse a esta zona a través del contacto buco-genital (sexo oral).
La mayor importancia del control y el diagnóstico temprano del HPV radica en que de los 70 tipos que mencionamos, existen algunos que pueden inducir transformaciones en los tejidos llegando a producir tumores malignos. Si bien en proporción son más las cepas benignas que las malignas, este es un punto fundamental para empezar a tomar conciencia y tratar de prevenir el daño que este, aparentemente inofensivo, bichito puede provocarnos.

Como diagnosticarlo...

La detección del HPV puede ser extremadamente sencilla cuando las lesiones son externas, ya que a simple vista los condilomas acuminados son muy característicos, o requerir de una colposcopia si están el la zona genital interna. Una vez llegado a este diagnóstico, el/la ginecóloga sabrán si hace falta complementar los estudios para confirmar que no se trate de lesiones con posible transformación maligna. La realización de un Papanicolau es un método simple, económico y eficaz para identificar casos de riesgo.
Por lo demás, no existe otra medida preventiva más que evitar el contacto directo con las lesiones infecciosas, que en la transmisión sexual puede lograrse utilizando métodos de barrera eficaces como ser un campo de látex o un preservativo cortado colocado sobre la vulva de tu compañera.

Tengamos en cuenta que el HPV es más frecuente de lo que imaginamos, y que si bien puede representar un problema, diagnosticado a tiempo deja de ser un monstruo, ya que en general se resuelve con el tratamiento adecuado... sólo hay que tener la conciencia suficiente para entender que es necesario el control ginecológico, la consulta temprana y por supuesto, la elección de sexo seguro.