La dicotomia de la inconsecuencia consecuente

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Estuvieron un poco más de dos horas y en el fondo no lograron sacar más allá de la
información oficial.

Al salir Rodrigo le preguntó a Marcia, si podía recorrer el lugar junto con ella, para así poder recopilar fotogra­fías para el trabajo.
Camila, seguía callada.
Marcia, se dio vuelta y le preguntó “¿Tú quieres ir?”
Camila, rió en señal de aprobación.

Partieron hacia la espesura del bosque aprovechando los últimos atisbos veraniegos de comienzos de abril. Rodrigo, estaba fascinado con las posibilidades fotográ­ficas del lugar así que en un momento se alejo.

En ese instante, Camila y Marcia aprovecharon de Char­lar un rato. Marcia, le preguntó acerca de cómo veía las proyecciones del reportaje. Y Camila, contestó como al azar, qué bien. En el fondo, todavía no lo había analiza­do en profundidad.

“No te incomoda estar con él” preguntó inquisitiva­mente Camila, saliéndose de toda regla.

“Mucho” contestó Marcia, la cual no parecía molestarse en absoluto ante la pregunta de Camila.

Al rato, llegaron al hotel.

Al rededor de las nueve a Marcia, le dio algo de ham­bre, así que iba a bajar al bar, así aprovechaba también de tomar algo para relajar la mente.
Cuando de repente comenzó a temblar.
Rápidamente, salio de la habitación.

Y vio la de Camila. Llevada más por la desesperación que la cordura, golpeó la puerta. Camila, le abrió y vio a Marcia pálida.

¿Qué te pasó mujer? Le preguntó.
“Los temblores me dan miedo” le dijo Marcia ponién­dose colorada.
“Pasa y siéntate” le dijo Camila.
“Fue al mini bar y sacó una cerveza” Tomate un trago le dijo.

Marcia obedeció.
Poco a poco al verla así tan desvalida, Camila se fue acercando a Marcia hasta quedar prácticamente al lado.
“Tanto le temes” preguntó suavemente Camila.
“Si es que tuve una mala experiencia” le dijo Marcia más calmada.
“Bueno, ya no te molesto” más le dijo parándose.
Camila le tapó el paso. “No te vayas” parecía mas una suplica. “La verdad es que no tengo mucho sueño, con­versemos un rato” dijo.
Marcia se volvió a sentar. Camila estaba nerviosa. Fue al mini bar y sacó una cerveza. Se sentó junto a ella.
Conversaron largo rato, las dos necesitaban compañía y era evidente que congeniaban. Se tomaron un par de cervezas cada una y se relajó el tema de conversación.


Marcia, siempre más pausada en tomar decisiones poco a poco se fue acercando más a Camila.
Fue algo impensado se dio naturalmente a medida que avanzaba la conversación. De pronto, quedaron mirándose, Marcia enrojeció y Camila mordió su labio y comenzó a hablar nerviosa.
Acariciando un cabello de Marcia, acerco aún más su cuerpo hasta casi sentir su respiración.
Sintiendo como le flaqueaban las piernas y se le acelera­ba el corazón junto fuerzas para decirle a Marcia, lo que sentía.

“Me gustas…

Me gustas mucho…

(Suspiró)

Creo que me estas, confundiendo la mente” Le dijo Camila, mirándola directamente a los ojos y después bajando la cabeza.

Sabía, que había ido muy lejos.

Marcia, la atajó suavemente antes que Camila se parara de forma brusca y torpe , y le tomó la mano. Con el otro brazo, le acomodó el pelo caia sobre el rostro, bajando suavemente la mano hasta llegar a la barbilla.

Fue entonces, cuando cerró los ojos y se acerco hasta rozar los labios de Camila, la cual no resistió más y le devolvió el gesto con un beso.

“La adrenalina recorría todo su cuerpo, sintiendo cada célula de su ser. Su corazón brioso dejo de latir un ins­tante. La habían despertado del sueño en que el dragón la había convertido en piedra. Fue solo un momento, sin embargo llevaba toda una vida esperándolo”

Durante un lapso, continuaron besándose extasiadas, las dudas de las dos estaba aclaradas. Esa era su verdad.
Se separaron un momento, sin saber ninguna que decir. Camila, enredo su dedo meñique entre el de Marcia jugueteando, riéndose como una niña.
La verdad era que de cierta forma lo era a pesar de los 28 años.

A pesar, de ser un genio en el diseño. Era completamen­te infantil a la hora de entablar una relación.

Completamente, desvalida.
Volvieron a besarse. La verdad es que ninguna de las dos se atrevía a seguir más allá. Ya que existía premura, sobre lo que iba a pasar.

Sin embargo, el deseo contenido les decía otra cosa. Estaban envaradas, la una con la otra.
Tratando torpemente de calmar las urgencias del cuerpo.
Marcia se alejo un poco y le dijo tiernamente: “Tu tam­bién me gustas, mucho”.
Estuvieron largo tiempo abrazadas conversando has­ta que se dio cuenta Marcia, que eran las cuatro de la mañana.
En el umbral de la puerta, la dejó.
Camila se acostó y se puso a mirar el techo.
Cuando los fantasmas del miedo, la acosaron.
Entro en pánico.

Temprano en la mañana, sonó el teléfono de Marcia era Rodrigo. “Hola Marcia, oye a qué hora era la reunión con el vulcanólogo”
“A las nueve y media” dijo Marcia, todavía atontada con la noche anterior.
Marcia, son las ocho y media.

“Merdé”, pronuncio y cortó, el auricular.

Camila, al contrario de Marcia, se había despertado temprano y salió a caminar. Marcia, después de bañar­se y vestirse salio en su búsqueda. Sin embargo, no la encontró en la pieza, ni en el lobby.

Marcia, bajó y se junto con Rodrigo. Cuando llego Ca­mila, con un café en la mano y con claras muestras de que no había dormido mucho.

Se acercó y saludo con ademán. Marcia, la miro a los ojos y le sonrió.

Camila, había despejado algunas dudas en su mente.
Y por lo menos había llegado a la conclusión, de que no debía mezclar el trabajo con el placer.
Durante el camino hizo una serie de anotaciones, total­mente concentrada.
Cuando llegaron donde el vulcanólogo, Marcia hizo las preguntas de rigor. Tratando de llegar claramente, al punto sobre la posibilidad de actividad volcánica en la zona. El hombre no descartó la posibilidad, sin embargo fue evasivo.
Camila sería le pregunto, si existía algún peligro con la hidroeléctrica.

El hombre se quedó callado.





2 tortazos:
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Anónimo dijo...
20 de mayo de 2008, 15:41  

odio este cuento ...
no se si siguire prublicandolo

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Anónimo dijo...
21 de mayo de 2008, 17:14  

Deberías de seguir escribiendo, está interesante la historia.
se despide una humilde lectora.

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