La Dicotomía de la Inconsecuencia consecuente

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Advertencia: Si no leyó lo anterior estará muy perdida…pinche

Sabía perfectamente que tenia que convencerla, ya que podrían modificarle aunque fuera el titular, cambiándole todo el significado de su trabajo. Le preocupaba la línea editorial amarillista, que había tomado la revista en las últimas semanas debido a la baja en las ventas. Al llegar a la revista, Marcia pasó directamente al despacho de su editora. Se habían conocido el día que Marcia llegó hace algunos años a hacer la práctica a un diario. Se odiaron en un principio. Mejor dicho, Marcia, la odio en un principio, Helena, era muy directa y a la semana le dijo que ella no tenía madera para escribir en ese medio. “Tu escribes para Las Últimas Noticias, acá necesitamos gente con un mejor manejo del lenguaje” Le dijo esa vez. Marcia apretó los dientes y se tragó el orgullo. Miro directamente a los ojos a Helena y le preguntó “¿Cómo puedo mejorar?” Helena, suspiro como diciendo no tienes arreglo, “Mejora tu redacción, por favor... Ah y los acentos también” Marcia se puso aún más colorada. Al llegar a la pensión lloró como una magdalena toda la noche. Con el tiempo Marcia mejoró, se pulió hasta convertirse en una promesa. Helena nunca olvido el esfuerzo, años después, al ver el currículo en su escritorio no dudo en llamar por teléfono.

“Pasa, Marcia” Dijo Helena, al sentir a la castaña tocar su puerta.

“Niña toma un poco de sol - fue lo primero que dijo-, estas pálida, ya se que no te gustan tus pecas, pero estas demasiado blanca”

Marcia levanto una ceja y se rió.

“Bueno, bueno como te fue en el sur” preguntó Helena.

INTERLUDIO 2:

Sacado del diario de Marcia:

Esperanzada e ilusionada con un ideal, tocó el timbre reiteradas veces, traía el alma en vilo, esperando una pronta respuesta.
No sabía que su ansiedad no sería retribuida.
Al otro lado del umbral de puerta, él la vio llegar.
Sacudiendo la cabeza frunció su seño, se alejo rápida­mente.
No pensaba abrirle la puerta.
No estaba dispuesto a escuchar, su perorata sin sentido.


Ella se fue como su adolescencia en un suspiro, sus ojos pardos se entristecieron. “Bien” dijo Marcia. “La verdad es que los temblores no tienen una explicación aparente, creen los geólogos que se viene una actividad volcánica. Aunque los volcanes cercanos no tienen ningún rastro que querer hacer erupción”.
“Y que hay con la posibilidad de que haya una falla sísmica” se apresuró en preguntar, Helena.
“No es seguro” dijo Marcia.
“Pero existe la posibilidad, ¿no?” inquirió Helena.
“Si”, dijo Marcia.
En eso, sonó el teléfono. Era Camila. “Hablo con Hele­na Tapia”

“Si,” dijo Helena. ¿Con quién tengo el gusto?
“Camila Rocco, encargada de campañas de la consul­tora Multimagen”.
“Bueno en que puedo ayudarte”, dijo sin rodeos Hele­na.
“Me entere por medio de gente del Gobierno Regional que están haciendo un reportaje sobre la zona de Aysén. Estamos encargados de hacerle la campaña de turismo a la zona”.

“¿Y?” preguntó Helena.

“Es muy importante... ver el tono que le están dando a la noticia, ya que podría ser de beneficio mutuo, para la consultora y su revista. ¿Qué tal le parece una reunión con usted y su periodista encargado hoy a las seis de la tarde?” Se apuro en decir Camila.
“Esta bien, nos vemos adiós”, dijo no de muy buena gana Helena cortando el teléfono.
“Tenemos una reunión en la tarde,” le dijo a Marcia.

Marcia salió de la oficina de Helena, cuando se encon­traba en el umbral de la puerta escucho “Trata de venir un poco formal”.
Marcia, ya sabia que significaba eso, no era una simple reunión, si no, una lucha de estrategias.

“OK.” Dijo y cerró la puerta.
Al llegar a la casa, después de almorzar.
Marcia, buscó su ropa y la arregló. Posteriormente procedió a darse un baño de tina, el cual necesitaba hace varios días.
Tanto se relajo, que no se dio cuenta que se le había he­cho tarde, apurada se vistió y pinto rápidamente, deján­dole el secado del pelo al viento.
Al llegar a la revista pasó primeramente por el baño y terminó de arreglarse la chasquilla, cuando salía del baño, se encontró con Helena quien parecía un león enjaulado.
Mira la hora, Marcia; son las seis un cuarto, la persona que vino a la reunión llegó puntual y se esta poniendo impaciente.

“Lo siento,” dijo Marcia, apurando el paso.

Al abrir la puerta, se encontró con la espalda de Camila quien miraba la ventana, la miró unos segundos, pudo contemplar la esbelta figura y el lacio cabello castaño claro.
Es un ángel, pensó para sí.






1 tortazos:
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Anónimo dijo...
30 de abril de 2008, 11:07  

Espero la que viene venga luego, me carga quedar en suspenso.

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