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"No había mucho más. Sólo era ella, tirada en la cama. A mi lado. No podía soportar sus ronquidos, aún más irritantes después de un polvo sin amor. Cuando tratas de conciliar el sueño, y te da asco incluso que su aliento roce tu nuca (qué idiotez, ¿no?). De eso te hablo. De la soledad inmensa de estar botada junto a otro cuerpo, y que te dé miedo dormir, compartir ese sagrado momento, miedo a que entre en tus sueños, a pesar de que entró por donde pudo hace un par de minutos. Sí, son cavilaciones. Infantiles, fomes y sin sentido. ¿Pero algo importa en verdad?"
Mientras recogía su ropa del suelo, y se vestía sigilosa al borde de la cama, pensaba todo esto. Triste, sí… vacía. Quería pensar que la amaba, que tenían una “profunda conexión emocional”… pero no; no la amaba, no la quería… ni siquiera la conocía.
Daniela despertó. Y empezó la charada… Ambas lo sabían, pero aún así jugaron a las amantes, a los besos tiernos, a la complicidad… Sólo duró hasta el portón del edificio. En ese momento despegaron sus manos, y caminaron sinceramente: como dos extrañas.
19 de abril de 2008, 22:51
Ya te hice el comentario por interno y NO lo repetiré acá xD!
Lo que sí repetiré es que me gustó mucho.
19 de abril de 2008, 22:55
ta weno....
20 de abril de 2008, 20:31
Como ya te dije, me encantó.
Uno de tus mejores textos.
besitos, nos vemos el martes.
=)
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